En ocasiones, por mucho que nos gusten y nos apasionen la literatura y el arte de la escritura, se presentan situaciones que nos dificultan ejercer este último. Muy probablemente, conoces -o has sufrido en carne propia- el síndrome de la página en blanco: ese bloqueo del escritor que puede generarse al inicio de un proceso creativo.
Ahora, ¿sabías que este no es el único síndrome al que un autor se puede enfrentar? Otro caso que suele presentarse con más frecuencia de la que podríamos imaginarnos es el del silencio literario por voluntad del propio autor -es decir, escritores que dejaron de escribir-, conocido como el síndrome de Bartleby. Entre las “víctimas” de este síndrome encontramos nombres como:
- Arthur Rimbaud (1854-1891), destacado poeta francés
- Margaret Mitchell (1900-1949), autora de Lo que el viento se llevó (1936)
- Juan Rulfo (1917-1986), autor de Pedro Páramo (1955)
- Harper Lee (1926-2016), autora de Matar un ruiseñor (1960)
- John Kennedy Toole (1937-1969), autor de La conjura de los necios (1980, póstuma)
Esta semana, en Ediciones Kitzalet, te mostramos las referencias del origen de este síndrome y te damos una serie de consejos para escribir y evitar caer en él.
“Preferiría no hacerlo”
Bartleby, el escribiente (Bartleby the Scrivener: A Story of Wall Street) es un cuento escrito en 1853 por el estadounidense Herman Melville, también autor de Moby Dick (1851).
El relato cuenta la historia de un prestigioso y anciano abogado neoyorquino -narrador de los acontecimientos- que decide contratar un nuevo escribiente para su oficina: Bartleby. Al iniciar sus funciones, el empleado resulta muy eficiente, mucho más que sus compañeros de trabajo. Sin embargo, un día, al requerimiento de su jefe para revisar juntos un documento, la respuesta de Bartebly fue: “preferiría no hacerlo” (“I would prefer not to”). De allí en adelante, dio la misma respuesta ante cada solicitud. Poco a poco, Bartebly “prefirió” no hacer nada más -desde escribir, hasta abandonar la oficina del abogado luego de que este lo despidiera- y esta inacción voluntaria lo llevó a la cárcel y, finalmente, a la muerte por inanición.
En el año 2000, el escritor español Enrique Vila-Matas tomó el argumento de este cuento como base para su ensayo Bartleby y compañía, en el que llamó bartlebys a todos aquellos autores que, debido a algún tipo de bloqueo creativo u otras razones, han dejado de escribir por voluntad propia. Este texto puede ser considerado la partida de nacimiento del síndrome de Bartleby.
Cómo superar el síndrome de Bartleby
Algunos argumentos, o excusas, que han dado distintos autores que han decidido retirarse, y que Vilas-Matas expone en su texto, pueden clasificarse como originales e inverosímiles. Por ejemplo, Arthur Rimbaud dejó de escribir, cansado de su malditismo, para buscar una vida más estable; mientras que Juan Rulfo lo hizo tras la muerte de su tío Celerino, quien era “el que le contaba las historias”.
Afortunadamente, son más los autores activos que los inactivos y, muchos de ellos, incluso, han compartido con su público y sus seguidores consejos y secretos para desarrollar la escritura creativa y llevar a buen término el objetivo de escribir un libro.
Por otra parte, si quieres escribir y publicar un libro, pero te encuentras ante un bloqueo, puedes poner en práctica las siguientes recomendaciones y, así, no morir en el intento de convertirte en escritor:
- Reconoce y acepta que estás bloqueado. Trata de entender el porqué de tu inacción y de identificar las causas que te han llevado a ella, ya sean físicas, emocionales o de alguna otra índole.
- Escucha tu cuerpo. Es probable que solo necesites un poco de descanso o de ejercicio y no lo hayas notado conscientemente. Si estás relajado, la creatividad fluirá con mayor facilidad.
- Recuerda ocasiones anteriores. Si has sufrido de bloqueos en otras oportunidades, procura recordar cómo saliste de ellos, qué hiciste, qué fue lo que te desatascó. Reconoce tus propios patrones de bloqueo creativo.
- Practica otras actividades creativas. Dedícale tiempo a otro arte que te guste, como la pintura, la música o el cine, de manera que puedas abrir tu mente y activar tu creatividad; seguramente se te ocurrirán ideas originales para comenzar o continuar tu historia.
- Escucha consejos. La sabiduría popular dice que dos cabezas piensan mejor que una. Si te sientes atascado y tu historia no avanza, conocer la opinión de otra persona puede resultar muy útil y ayudarte a que vuelvas a mirar tu novela desde otra perspectiva. Tal vez incluso te dé la clave para recuperar la inspiración.
- Atrévete a seguir escribiendo. Cuando recuperes la inspiración y la confianza, ármate de valor y retoma tu manuscrito; déjate llevar por tu imaginación.
¿Conocías el síndrome de Bartleby?, ¿qué opinas de él? ¿Conoces algún otro autor que haya renunciado a escribir y no hayamos mencionado? Cuéntanos en la sección de comentarios…