Alfonso de Valdés, escritor y secretario de las cartas latinas del Emperador Carlos V, fue reconocido como el auténtico autor de Lazarillo de Tormes, considerada hasta el momento como autor anónimo. De esta manera, Valdés fue el precursor de la novela picaresca que muestra a la sociedad de una forma irónica y despiadada las actitudes de sus principales actores, especialmente los clérigos y religiosos, siguiendo los ideales humanistas de los erasmistas.
En este artículo Ediciones Kitzalet rinde homenaje a Alfonso de Valdés, autor de uno de los grandes clásicos de la literatura hispana, a los 490 años de su fallecimiento, como lo es Lazarillo de Tormes.
El Lazarillo de la novela picaresca
Conocida como Lazarillo de Tormes, esta novela es una de las principales representantes de la novela picaresca, que describe la vida y miserias del personaje principal Lázaro de Tormes, quién narra en primera persona su vida en una extensa carta, desde su infancia hasta el día de su boda, ambientada en el siglo XVI, cuenta las desventuras y las miserias al que fue expuesto el personaje con diversas personalidades de la sociedad, entre ellos clérigos y religiosos.
Además de ser uno de los grandes clásicos de la literatura hispana, esta novela anónima es considerada precursora de la novela picaresca, por la variedad de sus elementos, como:
- Realismo
- Narración en primera persona
- Estructura itinerante
- Mensaje moralizante y pesimista
Con sátira, el autor muestra a la sociedad en la voz de Lázaro, enfocándose en los ambientes eclesiásticos y el de la corte, que forman parte de la vida, fortunas y adversidades de Lazarillo como sus amos. Según la tesis de la Catedrática de la Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, Rosa Navarro, Alfonso de Valdés la escribiría entre 1530 y comienzos de 1532, periodo que tuvo más auge la corriente erasmista en España.
Bajo la comedia, se esconde una agudísima sátira erasmista, describiendo como el protagonista ha sido víctima de la falta de caridad de un ciego cruel, y de un clérigo mezquino que lo mata de hambre, como otros abusos recibidos por otros miembros religiosos. También, relata como fue testigo de los engaños de un buldero, entre otras injusticias que eran práctica común en el momento histórico.
La profesora Navarro, que ha investigado durante tres años la autoría del ‘Lazarillo’, inició sus trabajos al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo de la obra, en la que el autor explicaría el argumento y la intención de la obra y presentaría al personaje protagonista, Lázaro, que fue un instrumento de una crítica de origen erasmista en la corte y la iglesia, evidenciaba la falta de ética y piedad en estos entornos.
Otros detalles que apoyan la argumentación de la investigadora son el marco temporal escogido para narrar la historia, entre la derrota de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada del emperador Carlos V a Toledo en 1525, para celebrar las cortes. Según Navarro, «sólo un fiel e inteligente cortesano como Valdés podía haber escogido con tanta finura el momento que cierra la evocación de Lázaro«.
Las dos ediciones más antiguas del Lazarillo están fechadas en 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo, pero que se han perdido. Ambas proceden de una anterior, que al mismo tiempo procede del original, editada fuera de España, se presume que en Italia, tras la muerte del supuesto autor, en 1532.
El resto de las obras conocidas de Valdés, le valieron ser perseguido por la inquisición, por sus ideas que fueron recogidas en sus Diálogos, que también fueron plasmadas en Lazarillo como una denuncia de la corrupción de unos eclesiásticos, viciosos y de la hipocresía de unas prácticas externas religiosas, denotando un hilo perdurable entre todas las obras de Valdés.
«No es extraño que el ‘Lazarillo’ viviera oculto tantos años. Sólo la mutilación de su texto ha oscurecido un poco su sentido y permitió que saliera a la luz en España a principios de la década de los 50 del siglo XVI. La Inquisición acabó prohibiéndolo en 1559«, explicó Navarro.
El resto de obras conocidas de Valdés fueron atribuidas a su hermano Juan hasta finales del siglo XIX y XX, obligándolo a exiliarse a Italia:
Diálogo de las cosas acaecidas en Roma
Diálogo de Lactancio y un Arcediano
Diálogo de Mercurio y Carón
Diálogo de doctrina cristiana (1529)
Los Diálogos de Alfonso de Valdés
Fue el sexto de los doce hijos de Fernando de Valdés, regidor de Cuenca, y de María de la Barrera, de familia judía conversa, hecho que lo puso en la mira de la Inquisición en los años como escritor; era hermano gemelo de Juan, autor del Diálogo de la lengua.
Los primeros testimonios que se tienen sobre la vida de Alfonso son tres cartas, dirigidas al que seguramente habría sido su maestro, el humanista Pedro Mártir de Anglería, y las escribió en:
1520 desde Bruselas, Aix-la Chapelle
1521, desde Worms, en la Corte del Emperador
Desde entonces hasta su muerte de peste en Viena, estuvo al lado del Emperador desempeñando cargos en su Cancillería. Su gran protector fue el gran canciller Mercurino Gattinara. Ya en 1522, figuraba entre los escribientes ordinarios de la Cancillería imperial, y dos años después, Gattinara le encargó la redacción de las nuevas Ordenanzas de la Cancillería.
Para ese momento, Valdés era ya registrador y contrarrelator, figura en muchos documentos y cartas como secretario del gran canciller, y en 1526 pasó a ser secretario para la correspondencia latina del Emperador Carlos V, a quien dedicó su vida.
En la correspondencia que se conserva, se dibuja el perfil de un auténtico político al lado del César, y que gozaba de la confianza de personajes como el duque de Calabria o el marqués de Mantua. En las cartas se delinea la figura de un hombre íntegro, y respetado como un hombre bueno y sabio.
Con sus dos Diálogos defendió la política imperial y al mismo tiempo se apropia de la doctrina erasmista. España fue el mejor defensor de Erasmo, como reconocía el propio humanista, consiguiendo que no condenarán sus escritos mientras vivió, a pesar de la gran presión de las órdenes eclesiásticas.
En su segundo Diálogo de Mercurio y Carón, quiso manifestar la justicia del Emperador y la infamia de aquellos que lo desafiaron, y lo escribió después de la declaración de guerra que los reyes de armas de Francisco I y de Enrique VIII. El texto original fue retocado, y su manuscrito de la primera parte se conserva en El Escorial, y luego escribió la segunda parte sobre el duelo fracasado entre el Rey de Francia y el emperador.
Hasta el siglo XIX se atribuyeron estos dos Diálogos a su hermano Juan; primero se le devolvió el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, del que habla él mismo en sus cartas y por el que le atacó duramente Castiglione.
Rosa Navarro, además de mostrar la ideología erasmista y el fondo histórico común, ha establecido lazos estrechos entre las tres obras de Alfonso de Valdés, con las huellas de las lecturas del escritor que forman el mismo género de los textos.
Menéndez Pelayo describe a Alfonso de Valdés como un prosista excepcional en su Diálogo de Mercurio y Carón:
“la lengua brilla del todo formada, robusta, flexible y jugosa, sin afectación ni pompa vana, pero al mismo tiempo sin sequedad ni dureza, y con toda la noble y majestuosa serenidad de las lenguas clásicas”.
Alfonso de Valdés, principal erasmista de España y precursor de la novela picaresca formó un lazo entre sus tres obras – Diálogos y el Lazarillo de Tormes – que lo llevo a hacer uso del seudónimo y al anonimato, para evadirse del exilio que obligaban a los perseguidos por la Inquisición, y mantenerse al lado del monarca y defender sus ideales erasmistas.
¿Conocías la obra de Alfonso de Valdés? ¿Haz leído Lazarillo de Tormes? Coméntanos