Una de las ventajas que presentan los libros impresos frente a los electrónicos es el olor característico que los primeros desprenden, ya sea que estén recién salidos de las rotativas o que tengan años formando parte de una biblioteca.
Esta semana, en Ediciones Kitzalet, queremos compartir contigo el origen y el significado de la palabra bibliosmia, estrechamente relacionada con el aroma de los libros.
¿Qué es la bibliosmia?
Oliver Tearle -profesor de inglés en la Universidad de Loughborough, Inglaterra-, en un artículo publicado en 2014 en su blog Interesting Literature, propuso acuñar el término bibliosmia para definir la “sensación que produce en las personas el olor de los libros antiguos”.
La etimología de esta palabra proviene del griego: biblio (“libro”) y osmé (“olor”). Aunque aún no ha sido aceptada por la Real Academia Española, por lo que no ha sido incluida en el Diccionario de la Lengua Española, esta definición se hace cada vez más conocida y utilizada entre los lectores.
Sin duda, la bibliosmia es una sensación placentera para muchos, principalmente para los amantes de la lectura y la literatura –quienes leen y releen sin cesar sus libros favoritos-, pero que escritores, editores, impresores y bibliotecarios también disfrutan.
El olor de los libros se convierte en parte importante de la lectura, algo que un ereader, o cualquier otro dispositivo electrónico, no puede ofrecer. Por esta razón, el reconocido escritor Ray Bradbury presagiaba un posible fracaso del libro digital: “No hay futuro para los libros electrónicos, porque no son libros. Los libros electrónicos huelen a combustible quemado”.
No obstante, para solventar esta carencia de los ebooks, se han creado elementos tan ingeniosos como velas, aerosoles y hasta perfumes con olor a libro antiguo, ideales para quienes quieren leer en digital, pero echan de menos el olor a libro usado.
¿A qué huelen los libros?
Aunque hasta ahora nos hemos referido a los libros antiguos, porque la definición de bibliosmia está enfocada en ellos, los libros nuevos también tienen sus admiradores. Ahora, alguna vez te has preguntado, ¿de dónde viene el olor a libro?, ¿a qué huele un libro nuevo?, o ¿por qué los libros viejos huelen bien? Pues te contamos que la respuesta a todas estas interrogantes está en la Química.
Sin importar el tiempo que tengan, tanto el aroma de los libros nuevos como el de los viejos deben su origen a la química de sus componentes, volátiles y susceptibles de ser percibidos por el olfato.
Veamos, pues, cuáles son los elementos encargados de brindarnos esos característicos y apreciados olores:
- Libros nuevos. El aroma de los libros nuevos proviene de la combinación de la tinta, el papel y los adhesivos usados en su producción. Los adhesivos modernos se basan en copolímeros como el Etileno acetato de vinil. El papel es tratado con diversos químicos hasta alcanzar las propiedades deseadas. Adicionalmente, se emplean sustancias petroquímicas, como solventes para tinta. Muchos de estos ingredientes no tienen olor por sí mismos, pero reaccionan al ser combinados y contribuyen a la expulsión de componentes volátiles:
- Alquilo ceteno dímero (para generar resistencia al agua)
- Peróxido de hidrógeno (compuesto blanqueador)
- Adhesivos como el Etileno acetato de vinil
- Papel
- Tinta.
- Libros Antiguos. El olor de los libros antiguos viene dado por el proceso de degradación que sufren sus componentes con el paso de los años, principalmente la celulosa y la lignina, siendo esta última un polímero de alcoholes aromáticos que también es responsable de que las páginas se vuelvan amarillas. La descomposición, y combinación, de estas dos sustancias producen otros compuestos orgánicos. La formación de compuestos específicos, su concentración y, en consecuencia, el olor del libro, dependen de factores determinantes, como los tipos de papel y la edad de cada ejemplar. Por ejemplo, mientras más antiguo sea un libro, más lignina tendrá. Sin embargo, generalmente, un libro de larga data contiene:
- Tolueno (olor dulce)
- Vainillina (olor a vainilla)
- Etil-Hexanol (aroma ligeramente floral)
- Etil benceno (olor dulce)
- Benzaldehído y Furfural (aroma a almendras).
Cerramos nuestro artículo de hoy con la traducción de una divertida imagen, perteneciente a owlturd.com, que representa, gráficamente, el fenómeno de la bibliosmia:
¿Conocías el término bibliosmia? ¿Eres amante del olor de los libros? ¿Prefieres el aroma de los libros nuevos o el de los antiguos? Te leemos en la sección de comentarios…