Desde la publicación de su primera edición, en 1947, el Diario de Ana Frank se ha convertido en uno de los libros más leído del mundo y en una de las referencias testimoniales más sobrecogedoras de la opresión sufrida en muchos países bajo el régimen nazi. A lo largo de sus páginas, Ana logró describir con gran talento las condiciones en las que millones de personas, principalmente los judíos, se vieron obligadas a vivir, sin perder la esperanza de escapar de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.
En conmemoración de un año más del fallecimiento de Ana Frank, en 1944, en Ediciones Kitzalet queremos rendir homenaje a la joven autora, protagonista de un diario que se ha convertido en clásico de la literatura universal y que fue nombrado Memoria del Mundo por la UNESCO.
Origen del diario más leído del mundo
En junio de 1942, en su cumpleaños número 13, Ana Frank recibió un diario como regalo; luego de dos días, la niña comenzó a escribir en él. Pocas semanas después, Ana y su familia debieron esconderse en “La casa de atrás” -como se conocería posteriormente-, en Prinsengracht 263, donde estaba radicada Opekta, la empresa de su padre, Otto Frank, con la esperanza de escapar de la persecución a la que fueron sometidos los judíos en Ámsterdam durante la ocupación nazi.
La casa de atrás fue el hogar de los Frank desde el 5 de julio de 1942. Ese domingo, la familia recibió en su vivienda habitual una citación dirigida a la mayor de sus hijas, Margot, para presentarse y ser trasladada al campo de concentración de Westerbok. Esa misma noche -luego de una larga caminata bajo la lluvia y con una gran cantidad de ropa encima-, los Frank se mudaron al anexo de la empresa.
El pequeño lugar -de apenas 50 metros cuadrados, al cual se accedía a través de una puerta giratoria- estaba habitado por cinco adultos: Otto y Edith Frank, Hermann y Auguste Van Pels y Fritz Pfeffer; y tres jóvenes: Margot y Ana Frank y Peter Van Pels. Todos habitaron el refugio durante 25 meses, hasta el 4 de agosto de 1944, cuando fueron descubiertos por la Gestapo.
Al inicio, Ana cambiaba los nombres de los ocupantes del anexo secreto en sus escritos, para proteger sus identidades y evitar comprometerlos, en el caso de que su diario se perdiera. Más adelante, la intención de mantener las identidades ocultas se debió al deseo de Ana de escribir una novela, utilizando como base sus apuntes originales, luego de escuchar, en la primavera de 1944, el llamamiento del gobierno en el exilio a la población holandesa de conservar diarios, apuntes y documentos que sirvieran como testimonio de la ocupación nazi.
Dedicado a Kitty
En el Diario, la autora escribió a Kitty, una amiga imaginaria, para contarle las vicisitudes de su vida en las dependencias secretas, la rutina y la cotidianidad en aquel espacio reducido. En sus textos, Ana planteó temas delicados -pero con una fuerza que enganchan al lector-, principalmente el desarrollo de la convivencia entre un grupo de personas unidas por el miedo y la esperanza. El Diario es el testimonio de una situación insostenible, en el que la autora y protagonista observó y juzgó las situaciones que le ocurrían, con una sencillez que enternece y cautiva.
A medida que avanzan sus páginas, los lectores del diario se convierten en testigos privilegiados del desarrollo físico, intelectual y emocional de su autora, mientras enfrenta una variedad de problemas durante su reclusión. También, se enteran de sus estudios y diversiones, de su gusto por los libros y sus deseos de convertirse en escritora y periodista al finalizar la guerra.
Ana se avocó a la escritura de su diario, al principio como un desahogo, intercambiando ideas con una buena amiga, para luego transformarlo en un proyecto de novela, con el que desarrolló sus cualidades literarias y en el dejó constancia de situaciones que la aquejaban:
- Una relación conflictiva con su madre
- El terror nocturno por las alarmas de antiaéreas
- Las noches en el desván
- El miedo generalizado.
Ante una situación tan difícil, la adolescente se adaptó con mucha madurez. En el diario, Ana también describió su pubertad -de una forma delicada e intimista- y su romance floreciente. No juzgó con aspereza la realidad que vivía, injusta y deshumanizante; al contrario, la narró con la honestidad genuina e inmediata de un desahogo espontáneo. El Diario tiene pasajes en los que Ana logró expresar ideas y sentimientos tan profundos, que -aún hoy- son usados de modo reivindicativo:
“Mientras la humanidad entera, sin excepción, no sufra una gran metamorfosis, la guerra seguirá haciendo estragos y todo cuanto se ha construido, cultivado y desarrollado volverá a ser cortado de raíz y aniquilado para volver a empezar a continuación.” (3 de mayo de 1944).
Ana Frank, una figura icónica
El Diario de Ana Frank es la recopilación de su diario personal y otros de sus escritos, que fueron recuperados por dos de sus protectoras en el refugio: Miep Gies y Bep Voskuijk, quienes los descubrieron en las dependencias secretas, después de que la Gestapo desalojó todo el mobiliario del lugar.
Cuando Otto Frank supo con seguridad que Ana había fallecido el 12 de marzo de 1945 en Bergen-Belsen y no regresaría, Miep le entregó todos los documentos al único miembro de la familia que había sobrevivido a los campos de concentración. Miep Gies fue una de las primeras personas que valoró la publicación del Diario de Ana Frank. Para ella, la vida y la muerte de Ana muestran una historia que se repitió en los seis millones de víctimas del Holocausto.
Al recibir los escritos, Otto asumió la tarea de dar a conocer la vida y obra de su hija y cumplir los deseos de la niña de publicar su diario, haciendo una adaptación de ambas versiones, y añadiendo algunas de las historias cortas que Ana escribió durante su tiempo en el escondite. En 1947 se publicó la primera edición del Diario, con una tirada de 3.036 ejemplares, bajo el título de La casa de atrás, nombre que se le ocurrió a Ana para su libro. Esta edición se tradujo al francés, al alemán y al inglés. Sus siguientes ediciones fueron bajo el título del Diario de Ana Frank, alcanzando a ser traducido a más de 30 idiomas en 1970.
Tras el éxito inicial obtenido, la novela fue adaptada al teatro por Albert Hackett y Frances Goodrich en 1955, haciendo una gira internacional; y al cine por George Stevens, en 1959. Algunos famosos aficionados a la lectura cuentan el Diario de Ana Frank entre sus libros favoritos, como la actriz Natalie Portman.
La Casa Ana Frank
Para 1960, el edificio de la casa de atrás y la antigua fábrica de Opekta se convirtieron en museo: la Casa Ana Frank, que funciona como una fundación encargada de mantener vivo el legado de la joven escritora, considerada un icono de la persecución de judíos por los nazis. Los visitantes de este lugar pueden apreciar el espacio en el que Ana escribió el diario. La institución también promueve la carrera de jóvenes escritores y trabaja como una organización educativa en la que personas de todo el mundo puedan buscar maneras de convivir en paz.
¿Has leído el Diario de Ana Frank? ¿Conoces algún otro diario famoso? Cuéntanos en la sección de comentarios…