Hablar de muletilla es hablar de una acción que –muy probablemente– todos hemos cometido alguna vez en nuestras vidas, casi siempre de manera involuntaria e inconsciente. El Diccionario de la Lengua Española (DLE) la define como “voz o frase que se repite mucho por hábito”.
La etimología de esta palabra proviene de muleta, ya que la finalidad de este recurso lingüístico es servir como apoyatura verbal, que nos ayuda a avanzar cuando nos expresamos o a recuperarnos de bloqueos mentales.
Desde el punto de vista pragmático, las muletillas son expresiones estereotipadas que cumplen, entre otras, las siguientes funciones:
- Mantener el interés de los interlocutores en lo que el emisor está diciendo
- Controlar el turno de palabra en un diálogo o conversación.
Las muletillas no deben confundirse con los marcadores discursivos, cuya función es darle a entender a nuestro interlocutor que queremos entablar una comunicación con él o que el canal de la comunicación sigue abierto.
Aunque son frecuentes en la lengua hablada, también podemos contarlas entre los errores más comunes al escribir, sobre todo si el texto en cuestión es informal.
Las muletillas son expresiones innecesarias –se pueden eliminar y el mensaje del texto no sufre alteraciones–, comodines, palabras abstractas. No suelen aportar significado y, si se abusa de ellas, terminan empobreciendo la expresión de quien las utiliza. Por esta razón, y para escribir bien, es recomendable consultar diccionarios y manuales de estilo, tanto para enriquecer nuestro vocabulario como para mejorar nuestra redacción.
Muletillas al escribir
A pesar de que -como hemos visto- las muletillas aparecen, esencialmente, en el habla, es posible que también se cuelen en algunos textos escritos, sobre todo si estos son informales, como un correo electrónico o una conversación vía chat, por ejemplo.
Para evitar que esto suceda, es necesario releer con detenimiento nuestros textos para poder captarlas, e incluso, solicitar la ayuda de terceros para ubicarlas. De más está decir que esta revisión también nos permitirá encontrar errores ortográficos o errores de puntuación que se nos hayan podido escapar.
Si quieres escribir un libro y piensas incluir diálogos en él, es importante que tomes en cuenta estos consejos para que los mismos resulten fluidos y fáciles de comprender para tus lectores, sin necesidad de recurrir a las muletillas para que luzcan “naturales”.
Cómo escribir correctamente
Reconocidos lingüistas –como el filólogo catalán Daniel Cassany, en su libro La cocina de la escritura (1993, Anagrama), por ejemplo– han ofrecido algunas recomendaciones para quienes escriben. Entre ellas, podemos citar las siguientes:
- No repetir palabras. La repetición reiterada de una palabra provoca aburrimiento
- Preferir palabras concretas a abstractas. Estas se refieren a objetos o sujetos tangibles que el lector puede descifrar fácilmente porque se hace una imagen clara de ella asociándolas a la realidad
- Preferir palabras cortas y sencillas. Estas palabras, a diferencia de las palabras extrañas, hacen más fácil y ágil la lectura.
En este mismo orden de ideas, es importante que tengas presente -tanto si escribes textos literarios como si redactas textos técnicos- que no es deseable la repetición de un término, sobre todo si está en oraciones seguidas o aparece varias veces dentro de un mismo párrafo. En este caso, es preferible hacer uso de sinónimos para hacer el texto más ágil. Por otra parte, no confundas estas repeticiones con la necesidad de llamar a las cosas por su nombre. Evita confundir a tus lectores utilizando distintos nombres para términos técnicos que deben mencionarse siempre de la misma manera.
¿Utilizas muletillas y no te habías dado cuenta? ¿Alguna vez tus compañeros de clase o de trabajo te hicieron ver que las usabas? ¿Qué hiciste para remediarlo? Cuéntanos tu experiencia en la sección de comentarios…